Georgia O’Keeffe (Wisconsin, 1887 - Santa Fe, 1986) es considerada la madre del Modernismo americano. Creció en el Medio Oeste, en el corazón de las vastas praderas de Wisconsin, en una familia de agricultores relativamente pobre. Desde muy temprano mostró interés por las actividades plásticas y se matriculó en clases de dibujo con su hermana menor. A los 17 años inició sus estudios artísticos en el Art Institute of Chicago y más tarde en la Art Student League de Nueva York, la institución más prestigiosa de la época, si bien tuvo que interrumpir sus estudios por la falta de recursos económicos de su familia.
Su amiga Anita Pollitzer presentó sus dibujos a Alfred Stieglitz, dueño de la galería 291 de la Quinta Avenida de Nueva York. El galerista se enamoró inmediatamente no sólo de los dibujos sino también de su autora, con quien inició una relación amorosa. Tras su primera exposición individual en 1917, Georgia se mudó a Nueva York para poder dedicarse completamente a la pintura y unirse al grupo de artistas de vanguardia que se reunían alrededor de la galería 291.
Sus obras preciosistas más conocidas de esa época son las vistas de las calles de Nueva York desde la ventana de su apartamento. Más tarde volvió a centrarse en la naturaleza a través del prisma de sus sensaciones. Flores ampliadas a gran escala, cielos, montañas, calaveras y huesos de animales se convirtieron en su marca registrada. En 1929 visitó por primera vez Nuevo Méjico, donde acabaría viviendo a partir de 1946 tras la muerte de Stieglitz. El clima árido y luminoso de la región proporcionó a la artista una nueva fuente de inspiración. A partir de ese momento, creó composiciones muy relacionadas con su vida cotidiana, como las llanuras desérticas, las montañas yermas o la puerta de su patio.
Jack-in-the-Pulpit IV (1930), Red Amaryllis II (1937), Crab’s Claw Ginger (1939) y Chestnut (1924) de O´Keeffe |
Ganó numerosos premios y realizó exposiciones tanto en los Estados Unidos como en el extranjero. Su primera retrospectiva fue organizada por el Whitney Museum of American Art de Nueva York en 1970. Seis meses después, se quedó parcialmente ciega y dejó de pintar, hasta que su asistente y amigo Juan Hamilton la convenció para que retomase su trabajo en 1975, aunque hizo pocas obras hasta su muerte en 1986.
Hoy, Georgia O'Keeffe es considerada una pieza clave en el desarrollo del arte en los Estados Unidos y símbolo del feminismo comprometido. Su inclasificable obra se basa en un riguroso ordenamiento de varios elementos: colores, formas, líneas, volúmenes y espacios se utilizan para crear un nuevo tipo de composiciones figurativas que toman prestados paisajes, romanticismo, minimalismo, orientalismo y arte político.
Uno de los cuadros de Georgia O´Keeffe se asoma en la pared del rancho de la secuencia final del cortometraje Extraña forma de vida (2023). Se trata de la obra titulada Black Mesa Landscape, New Mexico (1930). O'Keeffe pintó el paisaje durante su segundo verano en Nuevo México mientras se hospedaba en el rancho de su amiga Marie Tudor Garland en Alcalde. La obra, una de sus más célebres, pone de relieve la profunda conexión de O'Keeffe con el paisaje de Nuevo México, así como su asombro por la naturaleza. A través de su uso del color, el marco, la escala y la línea, la artista enfatiza la majestuosidad y el poder del paisaje desértico. También puede verse en la casa de Silva (Pedro Pascal) la obra Ram's Head and White Hollyhock (1935). «Me fascina la obra tan variada de O’Keefe, esos montes, esas flores, esas casas», explica Pedro Almodóvar.
En La Habitación De Al Lado (2024) vuelve a aparecer la obra de Georgia O'Keeffe. En el dormitorio del apartamento neoyorkino de Martha (Tilda Swinton) podemos ver sobre la cama el óleo Chestnut (1924). «Es un tronco descomunal que se divide en dos ramas, y para mí, creo que es un cuadro en honor a la masculinidad, al órgano masculino, que es tan importante para el personaje de Martha que interpreta Tilda Swinton», apunta Pedro Almodóvar.